El amor por las abejas endulza nuestra vida y nos invita con apremio a tomar conciencia sobre el cuidado de nuestra Casa Común, en especial sobre el estado de los seres vivos y su delicado entorno.
El conocimiento sobre la vida de las abejas se impone ante las circunstancias actuales del mundo; por lo que vale saber que sobreviven hasta ahora entre la naturaleza y han contribuido indirectamente para el bienestar de la especie humana, casi de manera inadvertida.
Es nuestra preocupación intentar instruir en pocas palabras a las nuevas generaciones y formar apicultores, para que con conocimiento de causa ofrezcan sus cuidados a las abejas, que son indispensables para la polinización de las flores en plantas fanerógamas que producen madera, pastos, frutos, granos y que favorecen el desarrollo de una industria agropecuaria racional.
Defendemos a las abejas, si evitamos la desertificación, si cuidamos las fuentes de agua y prevenimos la contaminación de los mares, la calidad del aire, el sobre calentamiento global; temas actuales sobre los que insiste nuestro trabajo y que deben ser expuestos claramente para su discernimiento entre la comunidad.
La desaparición de las especies, es un tema que incluye a más de 20 000 tipos de abejas y es un viaje sin retorno al que estamos abocados. Al cuidar la Apis mellifera ligustica Spinola, 1803, nos brinda además su virtuosa producción de miel.
En 1977, siendo aún estudiante de agronomía, surgió en el autor un profundo amor por las abejas. En aquel entonces, comenzó a esbozar las primeras ideas en cinco cuadernos, que luego quedaron abandonados en algún rincón entre sus libros. A raíz de la pandemia de Covid-19 y durante el retiro temporal de su práctica como médico ecografista, redescubrió aquellos escritos y organizó las ideas para ponerlas al alcance de aficionados y apicultores de Latinoamérica.
El amor por las abejas ha endulzado su vida y lo ha motivado a dedicar un denodado esfuerzo para conservar la polinización de las plantas, preservar la integridad del medio ambiente y asegurar un espacio de bienestar en la biósfera para estos insectos himenópteros. El dicho popular “el viento es viejo y todavía sigue soplando”, en cierta manera evoca la persistencia generosa de la naturaleza y refuerza el compromiso del autor con esta noble causa.